lunes, 6 de febrero de 2012

Un poema de cientos.

El aire de fuera golpeando mi ventana,
susurra mi nombre lo escucho desde mi cama,
ha vuelto el ama de llaves a abrir mis puertas,
me juré no volver a verte viva y volviste muerta.

Parece que le han dado cuerda a ciertos sentimientos,
guarda cientos de corazones en la bolsa de su cinto,
no te dejé en cinta por poco… maldita,
al quinto suplicaste demencia y exploté en escritos.

Resucité en el sonido de la campanilla de tu boca,
vienes me miras te mojas y me provocas,
ya no quiero jugar al despiste...quiero joderte,
hacerte la guerra como jamás creíste...


No le hables de rendición a un soldado,
que mata convincentemente por el que tiene al lado,
conozco tanto el acierto como el fallo,
me queda conocerte entre mis brazos...

He escrito odio amor y lo que va en medio,
he tardado el doble por coger atajos y senderos,
he perdido el hilo de mi vida y me he encontrado,
abrazado al lavabo resacoso y drogado.

Escribiendo con la sangre de tu última regla,
para ti mi mente era la enferma...pero eras tú la guarra,
creando en la parra versos bordados,
despertabas a mi lado joder...todo encajaba.

Todo se esfuma y quedo en secreto con mi reflejo,
nos fumamos uno a pachas dinamitando complejos,
no portaré tu estandarte en mi castillo,
cariño...nacimos para el fallo.

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