sábado, 31 de diciembre de 2011

Autodestructivo.

No entiendo nada, nadie puede salvarme, es imposible sacarme de este juego defectuoso, ningún estado, ningún lugar, ni el día y la noche, ni la claridad y la oscuridad, la felicidad seguirá siendo el oasis en este desierto de improperios, la mano siempre es mas lenta que la mente, es imposible dejarlo todo escrito pero también es imposible parar. Gota a gota me voy desangrando en tu manantial de ideales. Lo números se acabaron la última vez que lloré sin saber bien el motivo, no hay ningún refugio donde estar a salvo, ningún lugar habido o por haber, sigo encerrado en una jaula con 7 mil millones de reos mas, cada uno con sus ángeles y demonios, yo sin embargo caigo a plomo con la cabeza a 1000 revoluciones por minuto. Necesito respuestas a preguntas aún no formuladas y silencios a respuestas ya encontradas, empiezo a sudar y temblar, tengo las pupilas muy dilatadas y la mano vendada, pero no me acuerdo por qué, supongo que volví a enfrentarme con mi demonio, yo mismo. Me acuerdo de todas las personas que pasaron por mi vida, como un destello de luz, lucho por levantarme del suelo y sentarme pero no puedo, estoy desnudo y tengo frío, estoy tiritando, al borde del abismo...una vez más. Algunas personas se paran delante mía a ver el espectáculo, cuchichean en voz baja pero no les entiendo, son sonidos extraños. Todos llevan una horrenda máscara blanca con una interrogación roja, ¿ me abré vuelto ya loco?, ¿acaba aquí mi cometido?, ven que estoy sufriendo pero no me rematan, disfrutan viendo el macabro cuadro, la boca me empieza a saber a sangre y me cuesta mantener la vista fija, sonrío porque me queda poco, me cuesta incluso seguir escribiendo, un túnel oscuro se acerca lentamente hacia mi, me semincorporo aún con el bolígrafo entre mis dedos y...susurro su nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario